Uno de los primeros viajes en el mundo literario que vivimos la mayoría de las personas se lleva a cabo a través de los cuentos de hadas. Probablemente, muchos de nosotros tenemos recuerdos de la infancia en los que nuestros padres nos leían estas historias antes de dormir, y quizás por eso también las recordamos con cariño.
En realidad, los cuentos de hadas son una parte importantísima de nuestra cultura, y forman parte de un género literario tan antiguo que precede incluso a lo que conocemos hoy como el género fantástico.
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La definición más aceptada explica que los cuentos de hadas son relatos con características fantásticas que comúnmente incluyen elementos y criaturas mágicas relacionadas con la cultura en que se desarrollan, y animales parlantes. Así es como historias como Pinocho y La última danza, a pesar de pertenecer a civilizaciones completamente distintas, ambas entran en la clasificación de cuentos de hadas.
Hubo una época en la que, por culpa de esa visión limitada, obras como El Hobbit y Rebelión en la Granja (sí, la historia de George Orwell) fueron consideradas en su momento cuentos de hadas solo porque contenían magia y animales que hablaban.
Es por eso que hoy en día los cuentos de hadas se consideran un subgénero de la fantasía en general, ya que tienen características únicas que los separan del resto. Deja que te comparta las más importantes!
Esta es una de las razones, de hecho, por la que los cuentos de hadas pueden ser bastante profundos e interesantes en un formato tan corto: se valen de símbolos narrativos muy poderosos y profundos para explorar la idea central del relato.
Los símbolos narrativos también tienen mucha prevalencia en los cuentos de hadas, en parte porque los elementos fantásticos solo tienen sentido si se les considera símbolos de una temática más compleja.
Obviamente, aunque los cuentos de hadas no necesitan incluir hadas, sí necesitan tener algún tipo de elemento fantástico. Ya sea un simple conejo capaz de conversar con una niña o un mundo encantado con castillos embrujados y dragones, el punto es que exista algún elemento extraño que profundice el relato.
1 Los hermanos que cosechaban cuentos de hadas 2013, Edna Iturralde De esta edición: 2013, Santillana S. A. Av. Eloy Alfaro N y Av. 6 de Diciembre Teléfono: Quito, Ecuador Edna Iturralde Ilustraciones de Roger Ycaza Av. Miguel H. Alcívar y José Alavedra Tama, manzana 201, n o 14, Kennedy Norte Teléfono: Guayaquil, Ecuador Alfaguara es un sello editorial de Santillana. Éstas son sus sedes: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, España, Estados Unidos, Guatemala, México, Panamá, Paraguay, Perú, Portugal, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Primera edición en Alfaguara Ecuador: Agosto 2013 Editora: Annamari de Piérola Corrección de estilo: María de los Ángeles Boada Ilustraciones: Roger Ycaza Diagramación: Roque Proaño ISBN: Impreso en Ecuador por Publiasesores Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso escrito previo de la editorial.
2 En homenaje a los Hermanos Grimm al cumplirse el bicentenario de su recolección de cuentos folclóricos alemanes. Y con todo amor y admiración a los no videntes, que poseen la maravillosa habilidad de transportarse al mundo mágico de los cuentos de hadas y ver con los ojos de la fantasía. Edna Iturralde
3 Índice Los gemelos que podían oler el sol Un bisabuelo por demás notable La princesa que detestaba el mal aliento Los hermanos que cosechaban cuentos de hadas La muchacha del cabello que creció con fertilizante El muchacho que se convirtió en corzo El Sastrecillo que sacó provecho de siete moscas La muchacha que no sabía usar tacones El misterio de las malas madrastras Los niños que no encontraban una respuesta Calabazas y un hada madrina Dos animales de singular apariencia El extraño caso de los muñecos en el armario
6 14 15 Luis y José tenían diez años cumplidos apenas hacía cuarenta y ocho horas. Eran gemelos idénticos: de cabellos castaños y ondulados, narices respingonas, flacos y muy altos para su edad. Así decía papá cuando medía su altura tomando como punto de referencia la manija de la puerta del baño en el departamento donde vivían con él y Anabela. Al momento se encontraban en aquella casona vieja donde las maderas del piso crujían. De hecho, esos crujidos resultaron ser de gran utilidad para que los gemelos aprendieran a moverse sin dificultades en aquel nuevo lugar. Ser no videntes desde su nacimiento era un detalle que no afectaba en nada sus vidas, y más bien las había enriquecido, pues los otros sentidos se habían desarrollado maravillosamente. No había olor que no percibieran; ruido que no escucharan, por minúsculo que fuera; ni objeto alguno que pasara desapercibido bajo sus sensibles dedos. Además, poseían una extraordinaria imaginación nacida y alimentada por la lectura. Algo que ellos ansiaban más que todas las golosinas que Mamina les ofreció. Papá nos lee todas las noches dijo Luis suspirando, después del desayuno. Y Anabela también aseguró José, recordando a su madrastra. Sería posible que tú nos leyeras? continuó ansioso. Mamina les dijo que ella tenía un viejo libro de cuentos. Que esperaran un momentito, que ya lo iba a traer. Sin embargo, regresó con las manos vacías. Ay, si apareciera ese dichoso libro! se quejó Mamina alzando las manos al cielo como si de esa manera pudiera obligarlo a materializarse en el aire. Lo describió viejísimo, con tapas de cuero y una ilustración de Blancanieves y los siete enanitos en la portada. Adentro estaba toda la colección de los cuentos de los hermanos Grimm. Y nombró los que más recordaba: Hansel y Gretel, La Cenicienta, La Bella Durmiente, Rapunzel, Los dos hermanitos y El Sastrecillo Valiente. Pero si me parece verlo, qué desastre no encontrarlo, qué desastre!
Los hermanos que cosechaban cuentos de hadas Edna Iturralde Ilustraciones de Roger Ycaza Los gemelos que podían oler el sol Cuando doña Dorotea, la extraña tía a quien le gustaba que la llamaran Mamina, 2ff7e9595c
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